Las cadenas de la libertad

Cómo duele vaciar un corazón inerte.
Qué miedo da la libertad cuando estás acostumbrado a unas cadenas.
El solo pensar en todo el camino que me queda por recorrer me fatiga. No hay suficientes tragos de saliva para arrancarse a andar, solo una mente que repite una y otra vez "siéntate".
Qué malos son los cambios bruscos y qué mala es la verdad oculta.
Qué malos son los te quieros falsos.
Qué malo es el veneno que encauza una mente libre y viva hacia la dependencia y servidumbre.
Ningún hombre o mujer debería depender del sentir de otro u otra ya que, cuando uno de los dos muere y se cae por la borda, arrastra al otro a lo más profundo del océano haciendo eterna la espera de su ahogamiento.
Cuánto me gustaría poder despojarme del corazón de cuajo y de los sentimientos que éste ha sentido y enterrarlos para siempre pues, una vez pertenecido a una persona, ya no es sincero un segundo "te quiero".
Qué triste es morir sentimentalmente a los 23 años y, esto me hace preguntarme si tendremos una sola vida, dos o siete.
Qué triste es morir cada día un poco más cuando creías que no dejabas de vivir. Oscuras son las lentillas que aparecen cuando estas en lo más profundo del océano.
Nadie escucha.
Nadie te ve.
Nadie te va a salvar.
Estás solo.
D.